[Organiza:
Ferrovial]
Dado que más de la mitad de la
población habita hoy en día en las ciudades, se necesita una nueva visión de
ciudad, capaz de albergar una trama conjunta y sostenible.
Antes se percibía la ciudad
conjuntamente con el entorno que la rodeaba, que la nutría y al que
retroalimentaba a través de los residuos gestionados eficazmente. Este hecho
cambió con la Revolución Industrial y, junto con la extracción minera, se
perdió la conexión directa con este entorno que hoy día se trata de recuperar a
través de las Smart Cities.
Smart Cities o también llamadas ciudades inteligentes, no son más
que “aquellas ciudades que transforman sus maneras de gestionar”, como dice
Jordi Sevilla. Para conseguirlo se necesita de la implicación del ciudadano y
del cruce de sus intereses con el de la ciudad y el de los proveedores, seguido
de la evaluación de los resultados finales.
La colaboración público-privada
es otra solución que permite la integración de los servicios, evitando así la
disrupción de los campos y suponiendo un ahorro, junto con la posibilidad de
invertir a largo pazo por parte del sector privado. También mencionar la
reducción de energía y de gases efecto invernadero como otras soluciones para
implantar las ciudades inteligentes.
Todo ello pasa por la revisión de
la legislación y, en su caso, por su modificación, para lograr otro concepto de
ciudad. Sin embargo, es necesario recalcar la implicación individual, ligada al
compromiso social que, de no ser así, carece de sentido global.
Algún atisbo de estas ciudades se
puede vislumbrar en Birminghan, cuyas instalaciones de iluminación LED
(sustituyendo 2000 bombillas al año) o su 91% de reciclado del agua, son la
ilusión de cualquier ciudad inteligente. Otra ciudad es posible y España está
tomando buena nota de ello en ciudades como Málaga, cuyo nivel en el ranking de Smart Cities es de los más altos.
Silvia Ayuso Sánchez
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